Guía para escribir, consejos para escritores

Generalmente hay que esperar a tener una cierta edad y experiencia antes de ponerse a dar consejos. El problema es que como siempre se aprende, nunca es el buen momento, y al final te vuelves viejo y raro. Es por ello que he decidido adelantarme a mi tiempo y recopilar este humilde decálogo para que sirva de guía a los protoescritores que vienen por la página. Espero que sepáis sacarle provecho.

1. No leas. La primera gran falacia que le cuentan a todo aspirante a escritor es que hay que leer mucho. Esto es radicalmente falso: leer hace que se asimilen las ideas de los demás, con lo cual ocultan las ideas propias y se pierde originalidad y frescura. En el colmo de la desfachatez, hay quien dice que Stephen King afirma que si no tienes tiempo para leer, no tienes tiempo para escribir. Es materialmente imposible que él haga otra cosa que no sea escribir.

Si echamos un vistazo a nuestro foro de literatura, veremos rápidamente que el que más lee (ftemplar) es el que menos escribe, y que el que más escribe (manheor) sólo lee tebeos. Recuerda: el protoescritor quiere ser escritor, no lector. De ésos, afortunadamente, ya hay muchos.

2. Inspírate. Es muy posible que la sequía de lecturas traiga una sequía de ideas. Si tu vida no es lo suficientemente apasionante para servir de inspiración, lee uno o dos libros para sacar ideas, que es lo que se ha hecho siempre desde que el hombre es hombre. Importante:: elige libros raros, que no haya leído ni el autor, y, a poder ser, viejos. Si te lees “El Señor de los Anillos” te van a calar rápido, pero mira al de “La princesa prometida”: el muy perro eligió bien y ahora incluso creen que es el autor original.

Es importante que los libros sean cortos, porque, si no, perderás mucho tiempo que deberías emplear en la escritura. Si son largos, no te los leas enteros, que nadie te va a pedir un resumen.

3. Ampárate en la teoría del subconsciente colectivo. En el mar internáutico hay tiburones, y es muy posible que, por raro que creas que es el libro que has imitado, digo, que te ha inspirado, seguro que llega algún listillo que se lo ha leído y te pone en evidencia. Éstos son escritores frustrados, porque han pasado más tiempo leyendo que escribiendo, y son particularmente crueles y virulentos poniendo de manifiesto lo que llaman plagios.

No hay problema: la teoría del subconsciente colectivo dice que las ideas están ahí flotando y que es normal que varias personas lleguen a las mismas conclusiones al mismo tiempo aun sin comunicarse entre ellas. Es la sencilla explicación de la proliferación de novelas que hablan de códigos, enigmas y templarios, y un baluarte inexpugnable para defender tu trabajo.

4. Encasíllate. Otro rumor absurdo y malintencionado reza que es malo encasillarse. Al prestarle oídos, muchos protoescritores, en su inocencia, creen que es más fácil impresionar con su cuento de fantasmas a un tío que nunca haya leído nada de terror, pero esto es una tontería. Es mucho mejor tener a un público predispuesto, con lo que las etiquetas hay que llevarlas bien visibles. Si vas a escribir terror, dilo bien alto, y además utiliza sólo personajes homologados (vampiros), en escenarios conocidos (bares góticos) y evitando poner en cuestión su monario actual (los ataúdes sí que son necesarios). Los lectores, como los niños pequeños, se sienten a gusto cuando reconocen elementos y pueden “adivinar” el final de la historia. Les hace sentirse inteligentes y cultos.

5. Matiza tus etiquetas. Aunque te muestres encasillado y orgulloso, añade matices a las etiquetas para ganar adeptos. Adjetivos como “mejor” ayudan a guiar a los lectores, más aún si están en superlativo (el mejor autor de novela policíaca). Si prefieres ser más concreto, no reniegues de tus raíces. Si te has inspirado en “El Señor de los Anillos”, puedes anunciarte como el nuevo Tolkien.

6. Promociónate. Una vez has conseguido tus etiquetas, hay que pasearlas. Visitar muchas webs es un buen sistema, y además es barato. Eso sí, recuerda: eres un protoescritor, por lo que no debes perder tu tiempo leyendo. Limítate a escribir, que el objetivo es que te vean, y no al contrario. Puede ser interesante dejar caer que tal o cual editorial (cuyo nombre no puedes revelar aún) se ha interesado en tu trabajo. Pasado un tiempo nadie se acordará de que lo has dicho y no descubrirán el farol.

7. Miente. Los escritores, o cuentistas, son gente que reinterpreta la realidad. Es importante, si quieres llegar a ser uno de ellos, que te ejercites. Miente siempre. Sin piedad. Es una actividad que te permitirá, además, cumplir con el punto precedente fingiendo que tu también lees. Los lectores, sobre todo si son protoescritores, agradecen que echen una mirada a sus escritos. Y no te preocupes por la credibilidad de tus declaraciones y consejos -porque hay que darlos, y categóricos-: siempre puedes decir vaguedades y en el 90% de los casos el título cuenta todo del relato. En el 10% puedes alegar que te has equivocado de sitio al poner el post.

8. Sé feroz y despiadado. Tus mentiras nunca deben ser positivas. En casos extremos, permite que sean condescendientes. El lector debe entender cuál es el sitio de cada uno. Avergüénzale. Explícale que es mejor que pase su tiempo leyendo tus textos que escribiendo basura. Puedes decirle que si no tiene tiempo para leer (tus textos) no tiene tiempo para escribir. Sobre todo no te olvides de que esto es una mentira, y no pierdas tiempo leyendo realmente sus obras. Miente a priori y recuerda: el tiempo de lectura es tiempo de escritura perdido.

En tus confrontaciones con otros protoescritores -serán inevitables- evita asimilar nada de lo que te digan. A los enemigos ni agua, y eso de aprender de ellos es para débiles. Ten siempre presente el punto 10.

9. Pide críticas en el tono adecuado. Nunca preguntes si está bien tu texto. Seamos realistas: no vas a escribir una obra de arte. Es mejor encauzar las opiniones antes de que te las den. Pregunta si tu texto es mejor que algo (lo que sea) que haya visto publicado. Con la cantidad de furrufalla que se ve hoy en día en las estanterías de cualquier librería, malo sería que no haya leído nada peor que lo tuyo. Además, una respuesta positiva te hará quedar al nivel de los escritores y te permitirá despotricar sobre las injusticias editoriales que, seguro, alguien ha cometido contigo -o cometerá en el futuro-.

10. Ignora las críticas. Todo el trabajo precedente no servirá de nada si escuchas lo que puedan decirte sobre tu obra. Sobre todo huye de las críticas bienintencionadas -léase condescendientes- y de las detalladas -que exigen leer, ergo pérdida de tiempo-. El protoescritor, si quiere llegar a algún lado, debe ser impermeable. Después de todo, el motor de su actividad es la vanidad, y ésta se puede ver herida si escucha y da crédito a la posible existencia de fallos.

No lo olvides: para gustos los colores, por lo que no puede existir texto mal escrito. Los fallos formales, de hecho, son clavos ardiendo a los que se agarran los que leen mucho -escritores frustrados- cuando todo el mundo sabe que lo importante es la historia, aunque resulte ilegible. Después de todo, el objetivo de todo escritor -y por lo tanto de todo protoescritor- es ver su obra adaptada a la gran pantalla, y llegados a tal punto, poco importa cómo está escrita, sino su originalidad, la cual hemos preservado con uñas y dientes huyendo de la lectura.

Advertencia: hay algunas briznas de ironía en algunos momentos determinados del texto.
 

 

  

  

Tomado de Ocio joven: