El modelo de la forma narrativa del cuento

El modelo de la forma narrativa del cuento

Egan portada Fantasía e imaginación

1. Descubrir lo importante:
¿Qué es lo más importante del tema?
¿Por qué puede interesar a los niños?
¿Qué tiene de interesante desde el punto de vista afectivo?

2. Encontrar pares opuestos:
¿Qué pares opuestos con suficiente fuerza captan mejor la importancia del tema?

3. Organización del contenido en forma de cuento:
3.1. ¿Qué contenido incluye de modo más espectacular los pares opuestos, con el fin de introducir el tema?
3.2. ¿Qué contenido estructura mejor el tema para sus desarrollo en forma de cuento?

4. Conclusión:
¿Cuál es la mejor forma de resolver el dramático conflicto inherente a los pares opuestos?
¿Qué grado de mediación entre estos pares opuestos conviene buscar?

5. Evaluación:
¿Cómo podemos saber si se ha entendió el tema, se ha captado su importancia y se ha aprendido el contenido?

Fuente: Kieran Egan, “El modelo de la forma narrativa del cuento”, en Fantasía e imaginación: su poder en la enseñanza, Madrid, Morata/Ministerio de Educación y Cultura, 1999 [1986], p. 62.

He aquí una probada de lo que pueden encontrar en el libro de Kieran:

Fantasía e imaginación, su poder en la enseñanza primaria: una alternativa a la enseñanza y el aprendizaje en la educación infantil y primaria

Como superar el “bloqueo del escritor” por medio del condicionamiento operante

Como superar el “bloqueo del escritor” por medio del condicionamiento operante

Diane E. Papalia y Sally Wendkos Olds

Aunque normalmente pensamos en el “bloqueo del escritor” como una condición trágica que aflige a un novelista o un dramaturgo solía tener éxito y que de repente no puede hilvanar dos palabras seguidas en el papel, la incapacidad de escribir afecta a toda la gente que tiene que presentar por escrito un trabajo profesional. Cientos tipos de redacción, por ejemplo, son esenciales para el éxito académico: los estudiantes no graduados han de redactar sus exámenes, los postgraduados han de escribir sus ideas, los profesores deben escribir para revistas profesionales y los administrativos tienen que hacerlo para sus informes. Dado que la incapacidad para escribir puede condenar a una carrera al fracaso, es alentador saber que los problemas de escritura pueden responder a los principios del aprendizaje operante.

Rober Boice (“Increasing the writring productivity of ‘bloked’ academicians”, en Behavioral Research and Therapy, vol. 20, núm. 3, 1982, 197-207.) desarrolló un programa para ayudar a diversos profesionales que tenían problemas al tener que escribir o redactar. Veamos cómo este programa de cuatro pasos puede ayudar a superar una dificultad de escritura.

Primer paso: obtener la información de línea base

Primero ha de descubrir cuánto puede escribir en un periodo de dos a tres semanas. Necesita tener un informe de la cantidad escrita (en páginas escritas a mano o mecanografiadas) y de las condiciones bajo las cuales escribe (como la hora del día, la cantidad de tiempo que dedica a ello y el lugar). No tome en cuenta el tiempo que emplea en pensar en lo que va a escribir, sólo tome en cuenta el tiempo de poner las letras en el papel.

Segundo paso: primer periodo de contingencia

Durante seis semanas se dará a sí mismo recompensas por una determinada cantidad de escritura; por ejemplo, cinco páginas al día. Es importante marcarse unas metas realistas, ya que esperar mucho de sí mismo podrá condenar su programa entero al fracaso. Las investigaciones de Boice sobre los hábitos de los escritores profesionales indican que los periodos de escritura regulares y relativamente breves son, a largo plazo, más productivos que un tipo de escritura forzada y obligatoriamente rápida que agota las fuerzas. Sus recompensas podrían ser tan sencillas como tomar la ducha diaria, leer el periódico, ver televisión o llamar a un amigo. No puede hacer ninguna de estas actividades hasta que haya producido el número de páginas marcado. (Uno de los alumnos de Boice dejo de ducharse cerca de tres semanas. Es de esperar que viviera solo.)

Si encuentra que recompensas como éstas no funcionan, puede cambiarlas. Otra alumna de Boice, cuyo primer refuerzo no fue efectivo, las cambió por una técnica de “evitación productiva”; dio 250 dólares a un colega, si fracasaba en llegar a la tasa de producción de escritura establecida para una semana, el colega enviaría el dinero a una asociación que mantenía una política sobre el aborto completamente opuesta a su postura personal; la alumna se aseguraba así la cuota de escritura.

            Puede seguir las sugerencias de B para mantener su programa durante este periodo: comience cada día de trabajo reescribiendo la última página de la sesión anterior; deje de escribir una vez que haya producido lo establecido previamente y tómese un descanso cada media hora.

Tercer paso: eliminación de contingencias externas

Durante cuatro semanas mantendrá su programa de redacción sin recompensar su producción literaria. (Si se ducha o no, por ejemplo, dependerá de su inclinación, o de las fuertes insinuaciones de un íntimo amigo, no de si ha producido o no su tasa diaria de páginas.)

Cuarto paso: reestablecimiento de las contingencias externas

Podría volver a su antiguo sistema de recompensa o cambiar a uno más efectivo. Si alcanza el punto de haber trabajado 20 días sin ir más de tres veces por debajo de su nivel crítico, puede considerar que ha tenido éxito. Los alumnos de Boice creyeron haber encontrado un impulso para escribir, que les llevaría adelante incluso sin las contingencias externas. La escritura llegó por sí misma a ser reforzante.

Fuente: Diane E. Papalia y Sally Wendkos Olds. Psicología. México: Mc Graw Hill, 1987. p. 178.