Temario de Literatura (desarrollado)

Literatura

1. El texto

1.1 Propiedades del texto: propósito, adecuación, cabalidad, coherencia, organización textual y disposición espacial

1.2 Relación entre la función lingüística y su organización textual

1.3 El texto periodístico

1.3.1 Propósito

1.3.2 Función referencial

1.3.3 Elementos de la nota informativa

1.3.4 La selección, jerarquización, omisión y reiteración de la información

1.4 El texto dramático

1.4.1 Organización dialógica

1.4.2 Acción: desarrollo, nudo y desenlace

1.4.3 Los personajes

1.4.4 Tragedia. Características

1.4.5 Comedia. Características

1.5 El texto poético

1.5.1 El poema

1.5.2 Análisis intratextual del poema

1.5.2.1 Metro

1.5.2.2 Rima

1.5.2.3 Ritmo

1.5.2.4 Metáfora y otras figuras retóricas

1.5.3 Análisis contextual

2. Géneros y corrientes literarias

2.1 Géneros literarios: épico, lírico y dramático

2.2 Corrientes literarias

2.2.1 Realismo. Características y autores representativos

2.2.2 Contemporánea. Características y autores representativos

2.3 Texto narrativo

2.3.1 El cuento. Características y corrientes

2.3.2 La novela. Características y corrientes

3. Redacción y técnicas de investigación documental

3.1 El resumen, la paráfrasis, la cita textual y el comentario

3.2 Registro de las fuentes

3.2.1 Fichas bibliográficas y hemerográficas

3.2.2 Fichas de trabajo

Como superar el “bloqueo del escritor” por medio del condicionamiento operante

Como superar el “bloqueo del escritor” por medio del condicionamiento operante

Diane E. Papalia y Sally Wendkos Olds

Aunque normalmente pensamos en el “bloqueo del escritor” como una condición trágica que aflige a un novelista o un dramaturgo solía tener éxito y que de repente no puede hilvanar dos palabras seguidas en el papel, la incapacidad de escribir afecta a toda la gente que tiene que presentar por escrito un trabajo profesional. Cientos tipos de redacción, por ejemplo, son esenciales para el éxito académico: los estudiantes no graduados han de redactar sus exámenes, los postgraduados han de escribir sus ideas, los profesores deben escribir para revistas profesionales y los administrativos tienen que hacerlo para sus informes. Dado que la incapacidad para escribir puede condenar a una carrera al fracaso, es alentador saber que los problemas de escritura pueden responder a los principios del aprendizaje operante.

Rober Boice (“Increasing the writring productivity of ‘bloked’ academicians”, en Behavioral Research and Therapy, vol. 20, núm. 3, 1982, 197-207.) desarrolló un programa para ayudar a diversos profesionales que tenían problemas al tener que escribir o redactar. Veamos cómo este programa de cuatro pasos puede ayudar a superar una dificultad de escritura.

Primer paso: obtener la información de línea base

Primero ha de descubrir cuánto puede escribir en un periodo de dos a tres semanas. Necesita tener un informe de la cantidad escrita (en páginas escritas a mano o mecanografiadas) y de las condiciones bajo las cuales escribe (como la hora del día, la cantidad de tiempo que dedica a ello y el lugar). No tome en cuenta el tiempo que emplea en pensar en lo que va a escribir, sólo tome en cuenta el tiempo de poner las letras en el papel.

Segundo paso: primer periodo de contingencia

Durante seis semanas se dará a sí mismo recompensas por una determinada cantidad de escritura; por ejemplo, cinco páginas al día. Es importante marcarse unas metas realistas, ya que esperar mucho de sí mismo podrá condenar su programa entero al fracaso. Las investigaciones de Boice sobre los hábitos de los escritores profesionales indican que los periodos de escritura regulares y relativamente breves son, a largo plazo, más productivos que un tipo de escritura forzada y obligatoriamente rápida que agota las fuerzas. Sus recompensas podrían ser tan sencillas como tomar la ducha diaria, leer el periódico, ver televisión o llamar a un amigo. No puede hacer ninguna de estas actividades hasta que haya producido el número de páginas marcado. (Uno de los alumnos de Boice dejo de ducharse cerca de tres semanas. Es de esperar que viviera solo.)

Si encuentra que recompensas como éstas no funcionan, puede cambiarlas. Otra alumna de Boice, cuyo primer refuerzo no fue efectivo, las cambió por una técnica de “evitación productiva”; dio 250 dólares a un colega, si fracasaba en llegar a la tasa de producción de escritura establecida para una semana, el colega enviaría el dinero a una asociación que mantenía una política sobre el aborto completamente opuesta a su postura personal; la alumna se aseguraba así la cuota de escritura.

            Puede seguir las sugerencias de B para mantener su programa durante este periodo: comience cada día de trabajo reescribiendo la última página de la sesión anterior; deje de escribir una vez que haya producido lo establecido previamente y tómese un descanso cada media hora.

Tercer paso: eliminación de contingencias externas

Durante cuatro semanas mantendrá su programa de redacción sin recompensar su producción literaria. (Si se ducha o no, por ejemplo, dependerá de su inclinación, o de las fuertes insinuaciones de un íntimo amigo, no de si ha producido o no su tasa diaria de páginas.)

Cuarto paso: reestablecimiento de las contingencias externas

Podría volver a su antiguo sistema de recompensa o cambiar a uno más efectivo. Si alcanza el punto de haber trabajado 20 días sin ir más de tres veces por debajo de su nivel crítico, puede considerar que ha tenido éxito. Los alumnos de Boice creyeron haber encontrado un impulso para escribir, que les llevaría adelante incluso sin las contingencias externas. La escritura llegó por sí misma a ser reforzante.

Fuente: Diane E. Papalia y Sally Wendkos Olds. Psicología. México: Mc Graw Hill, 1987. p. 178.

El hijo pródigo (ensayo sobre el ensayo)

El hijo pródigo

Susan Sontang

Supongo que debo empezar por hacer una declaración de interés.

Los ensayos ingresaron en mi vida de lectora precoz y apasionada de una manera tan natural como lo hicieron los poemas, los cuentos y las novelas. Estaba Emerson al igual que Poe, los prefacios de Shaw al igual que sus obras teatrales, y un poco después los Ensayos de tres décadas de Thomas Mann, y “La tradición y el talento individual” de T.S. Eliot en paralelo con La tierra baldía y Los cuatro cuartetos, y los prefacios de Henry James al igual que sus novelas. Un ensayo podía ser un acontecimiento tan transformador como una novela o un poema. Uno terminaba de leer un ensayo de Lionel Trilling o de Harold Rosenberg o de Randall Jarrel o de Paul Goodman, para mencionar apenas unos cuantos nombres norteamericanos, y pensaba y se sentía diferente para siempre.

Ensayos con el alcance y la elocuencia de los que menciono son parte de la cultura literaria. Y una cultura literaria – esto es, una comunidad de lectores y escritores con una curiosidad y una pasión por la literatura del pasado – es justamente lo que no se puede dar por sentado en la actualidad. Hoy es más frecuente que un ensayista sea un ironista dotado o un tábano que un sabio.

El ensayo no es un artículo, ni una meditación, ni una reseña bibliográfica, ni unas memorias, ni una disquisición, ni una diatriba, ni un chiste malo pero largo, ni un monólogo, ni un relato de viajes, ni una seguidilla de aforismos, ni una elegía, ni un reportaje, ni…

No, un ensayo puede ser cualquiera o varios de los anteriores.

Ningún poeta tiene problemas a la hora de decir: soy un poeta. Ningún escritor de ficción duda al decir: estoy escribiendo un cuento. El “poema” y el “cuento” son formas y géneros literarios todavía relativamente estables y de fácil identificación. El ensayo no es, en ese sentido, un género. Por el contrario, “ensayo” es apenas un nombre, el más sonoro de los nombres que se da a una amplia variedad de escritos. Los escritos y los editores suelen denominarlos “piezas”.

No se trata solamente de la modestia o de la informalidad de los norteamericanos. Una cierta actitud defensiva rodea en la actualidad la noción de ensayo. Y muchos de los mejores ensayistas de hoy se apresuran a declarar que su mejor trabajo ha de encontrarse en otro lugar: en escritos que resultan más “creativos” (ficción, poesía) o más exigentes (erudición, teoría, filosofía).

Concebido con frecuencia como una suerte de precipitado a posteriori de otras formas de escritura, el ensayo se define mejor por lo que también es – o por lo que no es. El punto lo ilustra la existencia de esta antología, ahora en su séptimo año. Primero fueron Los mejores cuentos norteamericanos. Luego, alguien preguntó si no podríamos tener también Las mejores piezas cortas – ¿de qué? – de no ficción. La más exacta de las definiciones del ensayo, así como la menos satisfactoria, es la siguiente: un texto en prosa corto, o no tan largo, que no cuenta una historia.

Y sin embargo se trata de una forma muy antigua – más antigua que el cuento, y más antigua, cabría sostenerlo, que cualquier narración de largo aliento que pueda llamarse en propiedad una novela. La escritura ensayística surgió en la cultura literaria de Roma como una combinación de las energías del orador y del escritor de cartas. No sólo Plutarco y Séneca, los primeros grandes ensayistas, escribieron lo que llegó a ser conocido como ensayos morales, con títulos como “Sobre el amor a la riqueza”, “Sobre la envidia y el odio”, “Sobre el carácter de los entrometidos”, “Sobre el control de la ira”, “Sobre los muchos amigos”, “Sobre cómo escuchar discursos” y “Sobre la educación de los niños” – esto es, prescripciones confiadas de lo que han de ser la conducta, los principios y la actitud -, sino que asimismo hubo ensayos, como el de Plutarco sobre las costumbres de los espartanos, que son puramente descriptivos. Y su “Sobre la malicia de Herodoto” es uno de los ejemplos más tempranos de un ensayo dedicado a la lectura cuidadosa del texto de un maestro: es decir, lo que llamamos crítica literaria.

El proyecto del ensayo exhibe una continuidad extraordinaria, que casi se prolonga hasta el día de hoy. Dieciocho siglos después de muerto Plutarco, William Hazlitt escribió ensayos con títulos como “Sobre el placer de odiar”, “Sobre los viajes emprendidos”, “Sobre el amor a la patria” , “Sobre el miedo a la muerta”, “Sobre lo profundo y lo superficial”, “La prosa de los poetas” – los tópicos perennes -, así como ensayos sobre temas sesgadamente triviales y reconsideraciones de grandes autores y sucesos históricos. El proyecto del ensayo inaugurado por los escritores romanos alcanzó su clímax en el siglo XIX. Virtualmente todos los novelistas y poetas decimonónicos prominentes escribieron ensayos, y algunos de los mejores escritores del siglo (Hazlitt, Emerson) fueron principalmente ensayistas. Fue también en el siglo XIX cuando una de las transposiciones más familiares de la escritura ensayística – el ensayo disfrazado de reseña bibliográfica – obtuvo su lugar de privilegio. (La mayoría de los ensayos importantes de George Eliot fueron escritos como reseñas bibliográficas en el Westminster Review). Al tiempo que dos de las mejores mentes del siglo, Kierkegaard y Nietzsche, podrían considerarse practicantes del género – más conciso y discontinuo en el caso de Nietzsche; más repetitivo y verboso en el de Kierkegaard.

Por supuesto que calificar de ensayista a un filósofo es, desde el punto de vista de la filosofía, una degradación. La cultura regentada por las universidades siempre ha mirado el ensayo con sospecha, como un tipo de escritura demasiado subjetiva, demasiado accesible, a duras penas un ejercicio en las bellas letras. El ensayo, en tanto contrabandista en los solemnes mundos de la filosofía y de la polémica, introduce la digresión, la exageración, la travesura.

Un ensayo puede tratar el tema que se quiera, en el mismo sentido en que una novela o un poema pueden hacerlo. Pero el carácter afirmativo de la voz ensayística, su ligazón directa con la opinión y con el debate de actualidad, hacen del ensayo una empresa literaria más perecedera. Con unas cuantas excepciones gloriosas, los ensayistas del pasado que sólo escribían ensayos no han sobrevivido. En su mayor parte, los ensayos de otros tiempos que todavía interesan al lector educado pertenecen a escritores que no importaban de antemano . Uno tiene la oportunidad de escribir que Turgueniev escribió un inolvidable ensayo-testimonio contra la pena capital, anticipándose a los que sobre el mismo tema escribieron Orwell y Camus porque tenía presente a Turgueniev como novelista. De Gertrude Stein nos encantan “Qué son las obras maestras”, y sus Conferencias sobre América porque Stein es Stein es Stein.

No es sólo que un ensayo pueda tratar de cualquier cosa. Es que lo ha hecho con frecuencia. La buena salud del ensayo se debe a que los escritores siguen dispuestos a entrarle a temas excéntricos. En contraste con la poesía y la ficción, la naturaleza del ensayo reside en su diversidad -diversidad de nivel, de tema, de tono, de dicción. Todavía se escriben ensayos sobre la vejez o el enamoramiento o la naturaleza de la poesía. Pero también los hay sobre la cremallera de Rita Hayworth o sobre las orejas de Mickey Mouse.

A veces el ensayista es un escritor que se ocupa más que todo de otras cosas (poesía y ficción), que también escribe…polémicas, versiones de viajes, elegías, revaluaciones de predecesores o rivales, manifiestos de autopromoción. Sí. Ensayos.

A veces “ensayista” puede no ser más que un eufemismo solapado para “crítico”. Y, claro, algunos de los mejores ensayistas del siglo XX han sido críticos. La danza, por ejemplo, inspiró a André Levinson, a Edwin Denby y a Arlene Croce. El estudio de la literatura ha producido una vasta constelación de grandes ensayistas – y aún los produce, a pesar del acaparamiento que sobre los estudios literarios ha hecho la academia.

A veces el ensayista es un escritor difícil que ha descendido, felizmente, a la forma del ensayo. Habría sido deseable que otros de los grandes filósofos, pensadores sociales y críticos culturales europeos de comienzos del siglo XX hubiera imitados a Simmel, Ortega y Gasset, y Adorno, los cuales probablemente se leen hoy con placer apenas en sus ensayos.

La palabra ensayo viene del francés essai, intento – y muchos ensayistas, incluido el más grande de todos, Montaigne, han insistido en que una seña distintiva del género es su carácter aproximativo, su suspicacia ante los mundos cerrados del pensamiento sistemático. No obstante, su rasgo más marcado es la tendencia a hacer afirmaciones de un tipo u otro.

Para leer un ensayo de la manera apropiada, uno debe entender no solamente lo que argumenta, sino contra qué o contra quién lo hace. Al leer ensayos escritos por nuestros contemporáneos, cualquiera aporta con facilidad el contexto, la polémica pública, el oponente explícito o implícito. Pero el paso de unas cuantas décadas puede dificultar en extremo este procedimiento.

Los ensayos van a parar a los libros, si bien suelen iniciar su vida en las revistas. (No es fácil imaginar un libro de ensayos recientes pero inéditos todos). Así, lo perenne se viste principalmente de lo típico y, en el corto plazo, ninguna forma literaria tiene un impacto de semejante fuerza e inmediatez sobre los lectores. Muchos ensayos se discuten, debaten y suscitan reacciones en un grado que a los poetas y escritores de ficción a duras penas les cabe envidiar.

Un ensayista influyente es alguien con un sentido agudizado de aquello que no se ha discutido (apropiadamente) o de aquello que se debería discutir (de una manera diferente). Con todo, lo que hace perdurar un ensayo no son tanto sus argumentos cuanto el despliegue de una mente compleja y una destacada voz prosística.

En tanto que la precisión y la claridad de los argumentos y la transparencia del se consideran normas para la escritura del ensayo, a semejanza de las convenciones realistas, que se consideran normativas para la narración (y con la misma escasa justificación), el hecho es que la más duradera y persuasiva tradición de la escritura ensayística es la que encarna el discurso lírico.

Los grandes ensayos siempre vienen en primera persona. A lo mejor el autor no necesitará empleas el “yo”, toda vez que un estilo de prosa vívido y lleno de sabor, con suficientes aportes aforísticos, constituye de por sí una forma de escritura en primera persona: piénsese en lso ensayos de Emerson, Henry James, Gertrude Stein, Elizabeth Hardwick, William Gass. Los escritores que menciono son todos norteamericanos, y sería fácil alargar la lista. La escritura de ensayos es una de las virtudes literarias de este país. Nuestro primer gran escritor, Emerson, se dedicó ante todo a los ensayos. Y éstos florecen en una variedad de vertientes en nuestra cultura polifónica y conflictiva: desde ensayos centrados en un argumento hasta digresiones meditativas y evocaciones.

En vez de analizar los ensayos contemporáneos según sus temas – el ensayo de viajes, el de crítica literaria y otra crítica, el ensayo político, la crítica de la cultura, etcétera -. Uno podría distinguirlos por sus tipos de energía y de lamento. El ensayo como jeremiada. El ensayo como ejercicio de nostalgia. El ensayo como exhibición de temperamento. Etcétera.

Del ensayo se obtiene todo lo que se obtiene de la inquieta voz humana. Enseñanza. Elocuencia feliz desplegada porque sí. Corrección moral. Diversión. Profundización de los sentimientos. Modelos de inteligencia.

La inteligencia es una virtud literaria, no sólo una energía o una aptitud que se pone atavíos literarios.

Es difícil imaginar un ensayo importante que no sea, primero que todo, un despliegue de inteligencia. Y un inteligencia del más alto orden puede ante sí y de por sí constituir un gran ensayo. (Valga el ejemplo de Jaques Rivier sobre la novela, o Prismas y Mínima moralia de Adorno, o los principales ensayos de Walter Benjamín y de Roland Barthes). Pero hay tantas variedades de ensayo como las hay de inteligencia.

Baudelaire quería titular una colección de ensayos sobre pintores, Los pintores que piensan.

Es este punto de vista uno quintaesencial para el ensayista: convertir el mundo y todo lo que el mundo contiene en una suerte de pensamiento. En la imagen refleja de una idea, en una hipótesis – que el ensayista desplegará, defenderá o vilipendiará.

Las ideas sobre la literatura – al revés, digamos, de las ideas sobre el amor – casi nunca surgen si no es como respuesta a las de otras personas. Son ideas reactivas. Digo esto porque tengo la impresión de que usted – o la mayoría de la gente, o mucha gente – dice eso. Las ideas dan permiso. Y yo quiero dar permiso, por intermedio de lo que escribo, a un sentimiento, una evaluación o una práctica diferentes.

Esta es, en su expresión preeminente, la postura del ensayista.

Yo digo esto, cuando usted está diciendo eso no sólo porque los escritores son adversarios profesionales; no solo para enderezar la balanza o corregir el desequilibrio de una actividad que tiene el carácter de una institución (y la escritura es una institución), sino porque la práctica -y también quiero decir la naturaleza- de la literatura arraiga inherentemente en aspiraciones contradictorias. En literatura, el reverso de una verdad es tan cierto como esa verdad misma.

Cualquier poema o cuento o ensayo o novela que importe, que merezca el nombre de literatura, entraña una idea de singularidad, de voz singular. Pero la literatura – que es acumulación- entraña una idea de pluralidad, de multiplicidad, de promiscuidad. Todo escritor sabe que la práctica de la literatura exige un talento para la reclusión. Pero la literatura… la literatura es una fiesta. Una verbena, la mayor parte del tiempo. Pero una fiesta, así y todo. Incluso a título de diseminadores de indignación, los escritores son dadores de placer. Y uno se convierte en escritor no tanto porque tenga algo que decir cuanto porque ha experimentado el éxtasis como lector.

Ahí van dos citas que he estado rumiando últimamente.

La primera, del escritor español Camilo José Cela: “La literatura es la denuncia del tiempo en que se vive.

La otra es de Manet, quien en 1882 se dirigió a alguien que lo visitaba en su estudio de la siguiente manera: “Muévase siempre en el sentido de la concisión. Y luego cultive sus recuerdos; la naturaleza nunca le dará otra cosa que pistas – es como un riel que evita que uno se descarrile hacia la banalidad. Ha de permanecer usted siempre el amo y hacer lo que le plazca. ¡Tareas, nunca! ¡No, nunca hacer tareas!”

Prólogo a The Best American Essays, cortesía de El Malpensante, Bogotá, 1997.

Tolkien y café en la Megabiblioteca José Vasconcelos

Tolkien y café en la megabiblioteca
Tolkien y café en la megabiblioteca

La Sociedad Tolkiendili de México, A. C., tiene el placer de invitarlos a las sesiones de Tolkien y Café que tendrán lugar los sábados 14 y 28 de marzo de 2009 en las instalaciones de la Biblioteca José Vasconcelos, a partir de las 11:00 horas.

Esta actividad consiste en compartir por medio de la lectura en voz alta de un libro de J. R. R. Tolkien, lectura que estará a cargo de los propios asistentes.
Para esta ocasión se leerá El hobbit, y, como siempre, además de la lectura también se compartirán los comentarios y opiniones de los asistentes, en una charla condimentada con café y galletas. (Los del partido hobbitcéntrico lamentamos que nuestra propuesta de pipas y cerveza no haya ganado las elecciones.)

La entrada es libre. Los esperamos en la sala ubicada en el primer piso de la biblioteca, extremo sur, justo arriba de la entrada.

La Biblioteca José Vasconcelos, conocida como la “Megabiblioteca”, está junto a la antigua estación de Ferrocarriles de Buenavista. La dirección es: Eje 1 Norte y Aldama, Buenavista, Cuauhtémoc, México, D. F., Se puede llegar al reciento fácilmente en trasporte público por la estación Buenavista de la línea B del metro o por la estaciones del mismo nombre del metrobús y del tren suburbano. (No se recomienda el trasporte por el Eje 1 Norte)

Tomado de: http://stmbayita.blogspot.com/2009/03/disfruta-de-tolkien-y-cafe.html

Apoyos para estudiar Filosofía

Temario

Área: Filosofía

Iniciación a la filosofía • Conceptos básicos de filosofía

Filosofía y ciencia • Pensamiento mitológico

La consolidación de la filosofía griega • Helenismo de los siglos VI-IV a.C.

Bibliografía

Libros:

• Chávez Calderón, Pedro. Historia de las doctrinas filosóficas. Alhambra Bachiller, México.

• Escobar Valenzuela, Gustavo. Introducción a la filosofía.

• Gaarder. Jostein. El mundo de Sofía. México: Patria. (Para todos aquellos que se les dificulte la Filosofía: puede leerse en una novela. Ficha disponible en la Wikipedia . También hay película.)

• García Marcos, M. Historia de la filosofía.

• García Morente, Manuel. Nociones preliminares de filosofía.

• Xirau, Ramón. Introducción a la historia de la filosofía. México: UNAM. (Se recomienda la lectura de este libro, si bien no es exhaustivo si contiene lo necesario y además cuenta con una cronología de la Filosofía.)

Páginas web

Aula virtual de Filosofía: Reseñas, comentarios, enlaces, noticias… etc. (y también aquí ) .

Cuadernos de Filosofía:  Mucho para pensar y reflexionar, porque de eso se trata la Filosofía: la búsqueda de perenne de la verdad.

Apuntes de Filosofía de José Vidal: “He diseñado esta sede web con la intención de convertirla en un instrumento de comunicación complementario en el desarrollo de mis clases de filosofía de primer y segundo curso de bachillerato. Por lo tanto está dirigida a mis alumnos, aunque también está abierta a cualquier persona que tenga inquietudes filosóficas.”

Filosofía MCE Si eres profesor o alumno de Filosofia I o de Filosofia II de 1º o 2º de bachillerato, o sientes curiosidad por comprender los grandes problemas filosóficos a los que se ha enfrentado y se enfrenta el ser humano, inicia el viaje haciendo click sobre el icono correspondiente.

Cibernous: mapa y territorio de la filosofía: Filosofía en la red: Autores Cronología Lógica Glosario Periféricos Enlaces Temarios Foros Lista Novedades Guías.

Metaphysika. Historia de la Filosofía

Actividades sobre El mundo de Sofía

Historia de la Filosofía, los mapas conceptuales:

Historia de la filosofía

View SlideShare presentation or Upload your own. (tags: conceptuales mapas)

<!– @page { size: 21.59cm 27.94cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } –>

Sobre la teoría de las ideas de Platón

Las ideas
Las ideas

Lecturas (incompleto)

Mis libros preferidos y las lecturas que han dejado huella en
mí. Probablemente habría que llamarlos de cabecera.

Autor

Título del libro

Comentario

Amado
Nervo

Poesía

Podemos
exclamar tantas cosas.

Antonie de
Sant-Exuperry

El
principito

Después
de todo el primer libro leído completo debe dejarte algo,
sin embargo sus mejores lecciones las he aprendido después,
como aquella de la domesticación.

Arturo
Pérez-Reverte

El
capitán Alatriste

Arturo
Pérez-Reverte

La piel
del tambor

El mejor
folletín que haya leído.

Augusto
Monterroso

Lo
demás es silencio

Baltazar
Gracián

Oráculo
manual y arte de prudencia

El mejor
Gracián. Máximas para vivir como un hombre barroco.

Enrique
Jardiel Poncela

Amor se
escribe sin hache

Gabriel
Zaid

Tres
poetas católicos

Gabriel
Zaid

Leer
poesía

Gabriel
Zaid

Los
demasiados libros

Gabriel
Zaid

Cómo
leer en bicicleta

Leer
no sirve para nada: es pura felicidad”

Graham
Greene

El
final de la aventura

De lo
mejor que he leído jamás. Una obra maestra.

Gustave
Flaubert

Madame
Bovary

La formula
es clásica: Madame Bovary soy yo se dice que declaraba
Flaubert. De esta novela se desprende que todo lector tiene
derecho al bovarismo, a hacer realidad sus lecturas.

Hans Küng

El
cristianismo

Y de
pronto todo se aclara.

Hugo
Iriart

Galaor

El mejor
libro de caballerías escrito en el siglo XX por un
mexicano.

Italo
Calvino

El
caballero inexistente

El mejor
libro de caballerías escrito en el siglo XX por un
italiano.

Jean
Markale

El
ciclo del Grial

Jhon Reul
Ronald Tolkien

El
Silmarilion

Jhon Reul
Ronald Tolkien

El
señor de los anillos

Juan José

Arreola

La
feria

México
no es como lo pinta el oficialismo patriotero, es simplemente
México.

Juan Luis
Alborg

Sobre
crítica y críticos

Lope de
Vega

Rimas
sacras

Lope de
Vega

Soliloquios
espirituales

Luis de
Góngora

Soledades

El perro
de los ingenios no deja de sorprendernos, no sólo inventa
la nueva poesía sino que hace un poema inmortal.

Manuel
Ponce Zavala

El
jardín increíble

Michel
Ende

Momo

Momo no es
una niña: es la capacidad de escuchar, de dialogar con uno
mismo y con el otro. Cervantes y Shakespeare en uno solo.

Michel
Ende

La
historia inteminable

¿Qué
no encontramos aquí? He de confesar que un rato anduve en
la ciudad de los antiguos emeradores.

Paul
Claudel

Cinco
grandes odas

Pedro
Calderón de la Barca

El
mágico prodigioso

Rubén
Darío

Poesía

Soren
Kierkergaard

Diario
de un seductor

Tomás
de Kempis

Imitación
de Cristo

¿Qué
más decir?

Ursula K.
LeGuin

Un mago
de terramar

Porque un
mago será tan poderoso como queráis, pero que sea
incápaz de enfrentarse a sí mismo es ya un problema.
Una lección: use la magia cuando sea imprescindible.

Ursula K.
LeGuin

Los
que se van de Omelas”

De toda
esta lista hay un cuento. Y puedo afirmar que he salido caminando
de Omelas, enfilé los pasos al Oeste.

Varios
autores

Tristán
e Iseo

La novela
inicía aquí: ¿quién quiere escuchar
una historia de amor y muerte?

Varios
autores

Libros
de caballerías

Casi
todos. Incluso los modernos. Eso sí, detestamos al Quijote.

Varios
autores

Poesía
Barroca

En
especial la escrita en lengua española: Quevedo, Sor Juana
Inés de la Cruz, etcétera. No dejos por lo anterior
de leer con interés a los herejes ingleses ni a los
italianos.

Tipos de escritura

TIPOS DE ESCRITURA
Tipo de texto Objetivo Audiencia Características Formas
PERSONALES Explorar intereses personales El autor

  • Base para todo tipo de escritura
  • Tiene flujo libre
  • Fomenta la fluidez de la prosa y el hábito de escribir
  • Facilita el pensamiento

  • diarios personales
  • cuadernos de viaje y de trabajo
  • ensayos
  • informales y narrativos
  • escribir a chorro
  • torbellino de ideas
  • ideogramas
  • recuerdos
  • listas
  • dietarios
  • agendas

FUNCIONAL Comunicar, informar, estandarizar la comunicación Otras personas

  • Es altamente estandarizada
  • Sigue fórmulas convencionales
  • Ámbitos laboral y social

  • correspondencia comercial
  • correspondencia administrativa
  • correspondencia de sociedad
  • cartas
  • contratos
  • resúmenes
  • resúmenes
  • memorias
  • solicitudes
  • invitaciones
  • felicitaciones
  • facturas

CREATIVA Satisfacer la necesidad de inventar y crear El autor y otras personas
  • Expresión de sensaciones y opiniones privadas
  • Busca pasarlo bien e inspirarse
  • Conduce a la proyección
  • Experimental
  • Atención especial al lenguaje

  • mitos
  • comedias
  • cuentos
  • anécdotas
  • gags
  • novelas
  • ensayos
  • cartas
  • canciones
  • chistes
  • parodias
  • poemas

EXPOSITIVA Explorar y presentar información El autor y otras personas

  • Basado en hechos objetivos
  • Ámbitos académico y laboral
  • Informa, describe y explica
  • Sigue modelos estructurales
  • Busca claridad

  • informes
  • exámenes
  • cartas
  • ensayos
  • manuales periodismo
  • literatura científica
  • noticias
  • entrevistas
  • normativa
  • instrucciones

PERSUASIVA Influir y modificar opiniones Otras personas

  • Pone énfasis en el intelecto y/o las emociones
  • Ámbitos académico, laboral y político
  • Puede tener estructuras definidas
  • Real o imaginado

  • cartas
  • eslóganes
  • editoriales
  • anuncios
  • panfletos
  • peticiones
  • ensayos
  • artículos de opinión
  • publicidad
  • literatura científica

¿QUÉ IMAGEN TENGO DE MÍ COMO ESCRITOR O ESCRITORA?

1. ¿Me gusta escribir? ¿Qué es lo que me gusta más de escribir? ¿Y lo que me gusta menos?

2. ¿Escribo muy a menudo? ¿Me da pereza ponerme a escribir?

3. ¿Por qué escribo? Para pasármelo bien, para comunicarme, para distraerme, para estudiar, para aprender…

4. ¿Qué escribo? ¿Cómo son los textos que escribo? ¿Qué adjetivos les pondría?

5. ¿Cuándo escribo? ¿En qué momentos? ¿En qué estado de ánimo?

6. ¿Cómo trabajo? ¿Empiezo enseguida a escribir o antes dedico tiempo a pensar? ¿Hago muchos borradores?

7. ¿Qué equipo utilizo? ¿Qué utensilio me resulta más útil? ¿Cómo me siento con él?

8. ¿Repaso el texto muy a menudo? ¿Consulto diccionarios, gramáticas u otros libros?

9. ¿Me siento satisfecho/a de lo que escribo?

10. ¿Cuáles son los puntos fuertes y los débiles?

11. ¿De qué manera creo que podrían mejorar mis escritos?

12. ¿Cómo me gustaría escribir? ¿Cómo me gustaría que fueran mis escritos?

13. ¿Qué siento cuando escribo? Alegría, tranquilidad, angustia, nerviosismo, prisa, placidez, cansancio, aburrimiento, pasión…

14. ¿Estas sensaciones afectan de alguna forma al producto final?

15. ¿Qué dicen los lectores de mis textos? ¿Qué comentarios me hacen más a menudo?

16. ¿Los leen fácilmente? ¿Los entienden? ¿Les gustan?

17. ¿Qué importancia tiene la corrección gramatical del texto? ¿Me preocupa mucho que pueda haber faltas en el texto? ¿Dedico tiempo a corregirlas?

18. ¿Me gusta leer? ¿Qué leo? ¿Cuándo leo?

19. ¿Cómo leo: rápidamente, con tranquilidad, a menudo, antes de acostarme…?

Fuente: Cassany. Daniel. La cocina de la escritura. Barcelona: Anagrama, 1995. pp. 48-49.